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Lo que me hubiera gustado saber cuando empecé a meditar

Hace poco cumplí 60 días de meditación y escritura. Estoy muy contenta porque no pensé que serían dos prácticas que iba a sostener por tanto tiempo y que ahora quiero que se queden conmigo para siempre. Sin embargo, meditar y escribir no eran parte de mi rutina diaria e incluso me daba verguenza admitir que yo era una profesora de yoga que no meditaba.

Antes, mi práctica de yoga estaba muy enfocada en el aspecto físico, en hacer posturas (asanas). A principios de febrero del año pasado, recuerdo que durante una práctica de asanas me sentí muy ansiosa, con la mente y el cuerpo acelerados, desesperados por encontrar un poco de tranquilidad en cada postura. Ya al final de la clase, me rendí en Savasana y ahí me di cuenta que necesitaba habitar la quietud y el silencio para calmar mi tormenta mental y disminuir los efectos de la adrenalina y el cortisol crónicamente elevados en mi cuerpo. Me resulta paradójico y sorprendente que gracias a la práctica de asanas entendí que no necesitaba moverme (hacer) más.

Entonces, gracias a éste y otros eventos caóticos que simultáneamente sucedieron en mi vida, se me ocurrió empezar a meditar. Durante los primeros meses que lo intenté fue lo más incómodo del mundo, me dolía todo el cuerpo y mi mente era un tsunami de pensamientos e historias terribles, todo mal. Por otra parte, la escritura ya había llegado a mi vida, pero teníamos una relación de idas y vueltas. Cuando combiné la meditación con la escritura esto fue muy revelador para mí porque logré poner en palabras todo lo que sentía al meditar. Luego leía lo que había escrito e iba descubriendo patrones, cambios y progresos en la relación conmigo misma y con los demás. Estaba siendo testigo de mi propia transformación.

Claro que he tenido temporadas en las que estas prácticas han sido interrumpidas por varias excusas, pero actualmente llevo dos meses siéndole fiel a mi compromiso de meditar y escribir todos los días. Ahora me doy cuenta de que son pilares fundamentales en mi vida, son una fuente de apoyo y claridad cuando la vida se complica, pero también me acompañan cuando las cosas andan bien.

A continuación, te comparto algunos aprendizajes y recomendaciones que me hubiese encantado saber cuando empecé a meditar.

✨Comprométete con tu práctica diaria de meditación.


Para mí, el compromiso es lo más importante cuando quieres crear un nuevo hábito. Si no existe este compromiso, entonces será muy fácil decir que vas a empezar a meditar, pero extremadamente difícil sostener esta promesa a lo largo del tiempo. Quizás tu mente te ponga muchas excusas para que no te comprometas, pero pregúntate si estas excusas son verdades o son una manifestación del miedo o la pereza.


✨Elije un lugar cómodo de tu casa para meditar.

Puedes hacerlo sentada/o en una silla, en el sofá o en el piso. Donde sea que estés procura que tu cuerpo se sienta cómodo, así evitas distraerte.

✨No tienes que sentarte a meditar durante horas.


Empieza a meditar por 2-5 minutos y progresivamente aumenta esa cantidad de tiempo según tus necesidades. Es mejor meditar un ratito todos los días que meditar 20 minutos una vez a la semana o al mes. En lo posible medita todos los días a la misma hora o dentro de la misma franja horaria (ej: entre las 7:00-9:00hs) para que tu cerebro vaya captando la nueva rutina.

Yo recomiendo meditar en la mañana antes de arrancar con las demás actividades porque el efecto de la meditación en la mente es llevarla a un estado de calma y alerta, ideal para enfocarse y cumplir con las prioridades del día. Sin embargo, si te resulta mejor hacerlo en otro horario igual está muy bien.

✨Meditar no es lo mismo que el estado meditatitvo.


Los mantras, ejercicios de respiración, las visualizaciones etc. son vehículos para meditar (contemplar, observar, reconocer, reconectar) y poder entrar a ese estado meditativo (unión con todas las partes de tu ser). El estado meditativo dura un ratito, es como un mini momento de dicha pura.


✨Deja de lado las expectativas.


Un día de meditación no va a cambiar tu vida drásticamente. La práctica de meditación, así como nuestra salud, es algo que se construye todos los días y es una labor infinita. Meditar es regalarte un momento para sentarte contigo misma/o, observarte, escucharte y sentirte. Algunos días esto es más fácil, otros más complicado y es normal que sea así porque no nos sentimos iguales siempre. Nuestro estado fisiológico y mental cambia todos los días, depende de muchas variables y sobre algunas de éstas no tenemos el control.


Tu meditación no tiene que verse o sentirse de una manera determinada, como alguien te dijo o como leíste en un libro. La experiencia de cada persona en su meditación es personal y no se debe etiquetar como buena o mala.


Cuando sientas pereza o pienses que no tienes tiempo para meditar, acuérdate del compromiso con tu práctica y solo siéntate, cierra los ojos y respira por un par de minutos. Hacer esto a pesar de todos los obstáculos significa no fallarte a ti misma/o y ser fiel a tu promesa. Y si un día no meditaste, no te armes un drama en tu cabeza, lo importante es que retomes tu práctica al día siguiente.

✨“Yo no controlo mi mente y mi mente tampoco me controla a mí”.


La mente siempre está pensando y creando miles de historias que probablemente nunca van a suceder y creo que lo mejor es tratar de no identificarse rápidamente con todos los pensamientos, sentimientos y emociones porque éstos siempre fluctúan, no son permanentes.


La meditación no pretende poner la mente en blanco, más bien es una oportunidad para un despertar de la consciencia, para observar cuál es tu diálogo interno e identificar qué partes de esa conversación contigo misma/o te están generando malestar y qué puedes hacer al respecto. Por eso creo que no somos responsables de todas las historias que nuestra mente crea y las emociones que sentimos, pero SÍ somos responsables de cómo reaccionamos ante eso que estamos pensando o sintiendo.

En la meditación podemos desapegarnos de los pensamientos, emociones o sentimientos y decidir qué es lo que realmente queremos manifestar o cómo nos queremos expresar.

✨Registra tu experiencia en palabras.


Después de tu práctica escribe un par de líneas sobre cómo se sintió tu cuerpo durante la meditación, qué ideas rondaron por tu mente, cuáles fueron las emociones que surgieron, lo que quieras. La intención detrás de esto es que después de un par de semanas o meses leas lo que escribiste para que puedas reconocer y celebrar tu progreso.

✨✨✨BONUS✨✨✨

Te comparto dos ejercicios de respiración, guiados por mi, para empezar a meditar.

Espero que estas palabras te sirvan de guía y apoyo. Si quieres puedes escribirme para conversar más sobre este tema.

Gracias por leer esta nota y te invito a que se la compartas a quienes les pueda interesar.

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